Con la tecnología de Blogger.

Archive for diciembre 2016

Deja Vu


posted by Anónimo on

No comments


I will sink down.
Opus 49



Deja Vu.

Mis letras no te sirven porque de repente te volviste ciega, no escuchas mi voz porque estás sorda. Los pensamientos que abundan en tu mente no dejan que abras los ojos, o escuches con claridad que a pesar de las circunstancias y las tragedias constantes sigo aquí, con mis manos empuñadas. 

Deja Vu.

Estoy sentada en una banca nuevamente, atenta escuchando tus palabras, tratando de organizar el caos que llevas a mi abrazo, y el beso que aún me das. Estoy sentada pensando en los árboles, en sus raíces, en cómo llegaron y cómo decidieron quedarse allí, crecer y morir, mientras balbuceas cómo te sientes ramificar en dos seres, y en cómo eres incapaz de arrancar la tierra y emerger hacia otro sitio, el sitio donde quisieras quedarte. El sitio que llamas casa, el sitio que susurrabas con ilusión cuando la dibujaba en tu mente. Tu casa, nuestro hogar. Hogar roto. Tus zapatos ya no andan por aquí, pero sí lo demás. ¿Qué pensabas?

Deja Vu.

Estoy sentada pensando en ti, preocupada por tus sentires y los míos, con la zozobra de arreglar el desorden y volver a enterrar las raíces en casa. Me faltan fuerzas para hacer eso, y no creo que pueda hacerlo sola. No quiero hacerlo sola. No quiero la mitad de tus raíces, ni un poco de tu lluvia, ni tu abrazo ni tu beso intermitente, ni tu cuerpo aquí, y tu mente divagando. No quiero ser tuya sin que tú seas mía, ni quiero tu dulce voz en la mitad de la noche, o el café que religiosamente me das en las mañanas, cuando veo en tus ojos más que dolor por no saber si quedarte o dejarme ir. Quédate conmigo o déjame ir, pero haz algo.


Yo veré la manera de hundirme en tu tierra 
Yo veré la manera de  usar mis hojas como pala

y esperar la lluvia
y ayudarte a humedecer tus raíces muertas

para que me hunda
unirlas a las mías

me ahogue
mojarnos nuevamente

y me deje lavarte.
y volver a crecer.


Deja Vu.

Felices 3 años y medio.

Recapitulación 2016


posted by Anónimo on ,

3 comments





Estoy segura de que el mundo entero va a despedir el año 2016 con el dedo de en medio. Unos lo despedirán con risas irónicas, otros con la ira corriendo por sus venas, y otros en un gran lamento. Este año se llevó a muchas personas, destruyó vidas, marcó la sociedad y arrasó con toda su fuerza, como una ola iracunda a buscar su sitio.

Ha sido un año de caos, de ires y venires. Muchas ambigüedades y desaciertos con todos. Me causa un poco de pena con esos que no lograron salir victoriosos, o tan siquiera vivos de este año tan mortal. Aún no entiendo en qué pensó el universo como para otorgarnos semejante golpe al hígado. También me da muchísima pena saber que, a pesar de que mi alrededor ha sido magullado y lastimado, puedo decir que salí - no tan victoriosa - pero sobreviví este año, mucho mejor que la gran mayoría. Es irónico, ya que soy la que carga con sus agüeros como abuela paranoica, y precisamente el 2016, año par y bisiesto, me recibió con miles de bendiciones, y otras lecciones varias.

Yo creo que la misma sensación que he tenido estas últimas semanas, equivalen a lo que el año ha sido: una montaña rusa sin fin, con vueltas y momentos de tranquilidad. Ya no sabemos cómo va a terminar este juego y en este punto da miedo tan siquiera imaginarlo, puede que estemos esperanzados en que pronto terminará, y nos sorprenda la vida con una vuelta mucho más grande, con la que podríamos caer definitivamente. Es muy triste que tanto arte haya partido este año, que hayamos dado un paso atrás y que el mundo se haya vuelto más hostil; pero quiero imaginar o más bien quiero tener la esperanza de que todo lo que ha pasado en estos casi 366 días, sea para un bien para todos. Que de este pantano nauseabundo salgamos a recibir bendiciones del que sea que creamos, y que aprendamos un poquito de humanidad, cosa que perdimos con creces.

Yo no podría despedir mi 2016 con el dedo de en medio. Tampoco podría despedirlo con ira, o indignación. Más bien lo despediría con desconcierto, porque me volteó el cutarro cuando finalizaba todo. Sí, tuve momentos difíciles con aspectos de crecimiento profesional, pero curiosamente este último mes lo podría resumir con una célebre frase que salen de las abuelas colombianas: "Como te quiero, te aporreo".

Muchos de nosotros estamos acostumbrados a golpes duros, y afortunadamente no todos los míos llevan cicatrices notorias, pero con cada golpe he recibido una palmada de aliento, una oportunidad nueva, un mensaje para seguir adelante y no detenerme a pensar en cosas que no puedo controlar. Dejarse llevar por el destino no es una tarea fácil, y ciertamente para mí es una de las cosas más difíciles, y el universo lo sabe. 

De este 2016 puedo sacar muchas sonrisas, a pesar de todo. Fue un año extraño, uno de los más místicos y misteriosos. Como siempre, gente se va y otros vuelven, así debe ser el ciclo de la vida. Cada quien tiene una misión, pero a veces la misión de muchos es oscura, y simplemente debe irse.  Jamás había estado tan tranquila de dejar ir a los externos que ya podrían mi hogar y no espero más para ellos que los bendigan y que les vaya bien en lo que les resta de la vida, porque no me puedo permitir sentir más rencores innecesarios. Esas son las cosas lindas que se aprenden a través de los años. Buen viento y buena mar para ti. Espero te encuentres y recapacites sobre los daños que le haces a las personas, a pesar de que tu vocación es sanar. 



¡2017!

Aún es muy temprano para decir que ya casi te asomas. Muchos te están llamando a gritos desesperados, buscando en ti un ápice de esperanza y cambio. El cambio está en nosotros y no en tus hermosos cuatro números. Me gustan tus números. 
Sí me gustaría que vieras cómo me tiro al vacío, como cierro los ojos y como aprendo a apagar los botones que tengo de más. Me gustaría ver en ti eso que todos anhelan en estos días. Te veo como otro momento para seguir creciendo, seguir amando, rescatando los pedazos que de manera estúpida dejé con los años intentando no sé qué. En esos momentos, yo juraba que uno se reestructuraba dejando pedazos enterrados en el pasado. Menos mal ya sé que no era así. Fue un 2016 bello para mí. Piaf lo dijo muy bien en el momento en que me despidió del 2015. Ahora no tengo una canción, pero estoy segura que saldrá eventualmente y lo cantaré al son que me salga. Al son que tengo dentro de mí. 

Aquí te espero, tú ya sabes cómo estoy. Vamo' a hacerlo. 



Mírame


posted by Anónimo on

No comments



Oye. Ven, pero no tardes tanto.
Sin opus.



Mírame aquí, envuelta en tus risas y en tus pequeños abrazos. Acá estoy. Mira que no me he ido. Decidí quedarme. Me quité los zapatos. Estamos descalzas. No quiero partir nuevamente. Mírame aquí, respirando tu aliento, aferrándome a tu tacto y tus palabras de amor. Acá estoy. Mira que no me sueltas, ni yo te suelto. Pero no me mires porque te digo, mírame porque aquí estoy. Siempre estoy.

Siénteme. Sé que entrelazas tus manos con las mías porque te reconfortas. Tus suspiros me lo dicen. Sé que me abrazas con fuerzas, sé que me amas. Por favor no dejes de hacerlo. Siénteme, yo sonrío cuando te veo llegar, así sea a consolarte o a tranquilizarte. Ven, que solo puedo darte amor. No sé hacer otra cosa.

Ven, no te vayas por mucho tiempo. 
Mírame, por favor mírame.
Ámame, como siempre lo has hecho.
Déjame ser egoísta. Necesito ser egoísta.
Lee lo que mis ojos te dicen, pero que mis labios no pueden esbozar.
Escucha mis pálpitos, porque las lágrimas no salen.
Siente mi cuerpo, siente como grita.
Quédate conmigo, pero entera.
No te molestes con mi frustración. Yo no te puedo ayudar.



Regresa, por favor. Apenas empezaba a hacerte feliz.



Ven, mírame.

Detalles.


posted by Anónimo on ,

No comments



Me quité los zapatos.
No me pienso marchar.
Opus 46.



No sé como logras apagar la alarma del despertador justo antes que mi cuerpo reaccione, tampoco sé como te levantas sigilosamente de la cama, procurando no perturbar mi sueño. Haces tus cosas, tus religiosas rutinas mañaneras, yo empiezo a moverme, y mis ojos a abrirse de a poquitos. Te das cuenta, me sonríes. Te sonrío y vuelvo a dormir. 
Luego te siento, porque sabes que estoy más despierta que dormida, más concentrada en los ruidos que haces que la comodidad de la almohada, y si estás de buen humor, siento como me despiertas de un brinco, mientras tu cabello mojado gotea en mi rostro. Te ríes, y yo hago pataletas. Luego me río y aunque no lo creas, intento volver a dormir.
Pierdo la batalla cuando te sientas a mi lado, y me sonríes con un café en tus manos, y el buenos días más reconfortante. Estés bien o no, es reconfortante, me hace afirmar que sí, es la realidad, y sí, esto está pasando. Apenas puedo hablar, te respondo con una sonrisa, y la cara de satisfacción cuando entrelazo la taza con mis manos. Y así es, todos los días, con los detalles, las palabras, aunque algunas veces sean más nostálgicas que las otras. 


No sé como logras distraer mis días de mala muerte, o cómo atinamos a estar siempre en el contraste de ser sostenible para ti y viceversa, solo basta que tengas un instrumento cualquiera en tus manos, y la bendita costumbre tuya de "payasear" por absolutamente todo, para luego culparme porque soy la que no puede hablar nada en serio. En este punto te pido perdón por tantas estupideces, es que aún no me aprendo todas tus risas. 

Carta #6: ¿Un cafecito?


posted by Anónimo on ,

No comments



Oye, mira que la vida es corta, y no hay más tiempo para
resentimientos.


Caminemos, y comamos un mango biche mientras lleguemos al café.
Debatamos y haz el pergamino que me convenza de darte la semilla del mango.
Riámonos un poco, y burlémonos mutuamente por cual es más torpe.
Contemos cuantas líneas pisamos, y frustrémonos cuando miremos al frente y nos demos cuenta que nos volvimos a perder.

Ven, y cuando lleguemos al café, sentémonos en una mesa distinta,
y pidamos algo fuera de lo habitual. Yo aprendí a tomar fruppés.
Rompamos el silencio incómodo con preguntas capciosas, y partir de ahí. No será difícil.

Aprovecha y me explicas ese repentino amor por el fútbol, yo te hablaré de bobadas.
Pero no ahondemos en los temas que duelen, al fin y al cabo el café es para las charlas densas.
Por eso pediré un fruppé, y tú pedirás un té de frutos rojos, porque "moraditos" de ese tipo no hay.

Después respiremos profundamente, y recordemos poco a poco lo que era la amistad.
Pero sin mencionar canciones que tengan lugar y nombre. Compartamos el gusto.
Tengo muchas canciones que te van a gustar. Es mi bandera blanca.

Recordemos nuevamente, que antes de la tormenta todo era azul, sin ningún ápice de turbulencia.
Y nos iremos, te dejaré donde siempre lo hago, y yo partiré hacia mi camino.


Y si nos va bien,
y si el universo lo permite...



¿Nos tomamos un cafecito?