Consideraciones intempestivas.
Sin Opus.
Quisiera decir que salí de esta guerra victoriosa,
incólume, bendecida.
Más bien, parto desmembrada,
descerebrada y desesperanzada.
Sin calor ni amor,
sin tacto y sin aliento.
No encuentro disimilitud alguna,
al estar muerta o en este letargo desesperante.
¿Cómo mover las piernas y deambular?
Las perdí intentando alcanzarte como una anómala,
como una absurda, una borrica.
Pero, al igual que el pérfido cuervo que desahució al fúnebre hombre,
solitario y obseso, te susurro al oído un "nunca más".
Inentendible, pero, certero.