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Archive for enero 2016

Carta #5: Carta sí deseada.


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"Querida amiga que no pudo ser.

Muy buenas noches.


¿Recuerdas cuando caminábamos sin rumbo, por ahí, viendo los edificios, los bailarines, los transeúntes en general? ¿Recuerdas que decíamos que nos diríamos cuando encontráramos a las personas de nuestras vidas?
Bueno, tengo, aproximadamente, dos años y siete meses tratando de decirte eso; porque nos lo prometimos y yo suelo cumplir mis promesas.

Te cuento, que nuestras historias se parecen mucho, quizás es porque así estaba destinado, cosa que lo hace mucho más divertido, y es algo que amaría con mi vida compartirlo con un café, o con un latte, esos que te encantaba tomar. Siempre admiré tu gusto por las cosas dulces, yo jamás podría.
Pero por giros -esperados- de la vida, esta conversación que estoy teniendo contigo jamás pudo ser, porque estás cerca, pero estás más lejos que una persona privada de su libertad en Korea del Norte.
¿Ves? Aún no he cambiado mi manera hipérbole de decir las cosas.

Me llena de felicidad que pudimos cumplir nuestras promesas. que encontraste al ser que va a llenar tu vida de felicidades e infortunios; ese alguien que alimentará la sed de amor que alguna vez tuvimos y las confrontaciones que jamás pasaron por nuestros labios. Estoy muy feliz, agradecida con la vida, y con el universo que fue justo, y jugó a tu favor. En realidad, le agradezco cada vez que puedo, por dejarte ser feliz, porque a pesar de los escombros, las palabras y las emociones encontradas, fuiste en busca de tu felicidad, y te agradezco, por enseñarme a tener tenacidad, y luchar por lo que uno ama. Gracias.

Teniendo eso claro mi querida amiga, ahora te contaré de mí. Como ya deberías saber, seré breve. 
Quiero que sepas que también lo logré. Pensé que iba a ser imposible en algún momento, no solía ser tan fuerte como tú; siempre tuve miedo de los cambios y lo sabías, siempre lo supiste; pero pude hacerlo, la he encontrado al fin, esa que tú me describías entre risas y diminutos celos invisibles. 
Imagínate, no sé si estoy como tú, pero puedo decir, sin miedos y sin ningún agüero que me derrote, que encontré lo que me faltaba, y ella encontró lo que le faltaba.  Te puedo decir con toda certeza, amiga, que encontré al amor de mi vida. ¿Puedes creer?

Sabes que soy una persona complicada, y con muchos defectos...

Defectos que he ido vetando de mi vida.

Pero... Lamentablemente, los malentendidos y las emociones erráticas nos dominaron por un buen tiempo. Todavía lo hacen, y hasta la luna de hoy, querida amiga que no pudo ser, aún duelen. Pero, ¿quién soy yo para volver a señalarte, si lo único que hiciste fue buscar tu felicidad? Perdóname, me demoré un tiempo en caer en cuenta de esa realidad tan, pero tan bonita. Te admiro por eso.
Y aunque, pueda decir que la persona que más salió lastimada de toda esta amistad extraña fui yo, te aplaudo, por ir a buscar eso que casi nadie en el mundo obtiene. Si fuesen otras circunstancias, yo te daría un sermón de una hora, con regaño incluido, motivándote a que hicieras exactamente el daño que me causaste, pero que al final del día, fue lo mejor que pudiste hacer en tu vida. Me siento orgullosa de ti. 

Te perdono, y perdóname, por las cosas que el cerebro no puede controlar.
Pero lo que más me duele, es que esta carta se va a quedar aquí, esperando a quien sabe qué año, la puedas leer; y que aunque ya muchas circunstancias de la vida nos separe, sabes que lo inevitable, es algo que hay que dejar fluir.

Te confieso que te extraño, no a ti como mujer, no a ti como quien compartió conmigo dos besos, no como a alguien que tú sabes qué; sino como la cómplice, que yo estoy segura hasta las patas, que estuviera celebrando mi felicidad, así como yo en secreto, celebro la tuya.  No cerré las comillas, porque esta carta no se acaba, hasta recibir tu respuesta.

Deseo para ti, una vida llena de todo lo que mereces, amiga. Amor.

Cordialmente y desbordante de felicidad,


Yo.

23 días.


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"Puedo morir feliz, pero siempre a su lado" 
- No importa



En realidad, en una hora se convierten en 23.



23 días para acabar con mis ganas de contar historias, para entregar las miradas que me he guardado.
Una eternidad incalculable para mi corazón, y para mis ganas de volver a tenerte en mis brazos.
No creo que exista una parte de mi cuerpo que no te anhele, que no espere con ansias tu sonrisa y tu cabello corto. No creo, que mi alma se haya quedado conmigo, porque solo siento el invierno, pero sin la magia, sin las hojas muertas que con amor me muestras. Solo siento mi cuerpo congelado, acurrucado entre cobijas, abrazando tu recuerdo en forma de espirales verdes y amarillas con tu olor.

23 días para volver a ver tus ojos apasionados llenos de experiencias, fracasos y mucha entrega. El motor de vida, los que me salvan de mí misma, los que no me dejan pasar el tiempo a cuentagotas y me hacen no extrañarte tanto. Lo que sí creo, es que mi cuerpo reprocha por no calentar tus noches, sabiendo que tus labios se rompen con los días, y los míos se rompen por no besarte. 

23 días para dejar de esperarte en mis madrugadas, como si fueras a volver en la mitad de la noche, y me despertaras a darme un beso. Lo que no sabías, es que nunca dormí, y solo quería ese beso, porque así de egoísta soy. Pero no, todavía no. En 23 días.


En 23 días, y aunque no lo quiera aceptar, voy a estar completa.


Porque tú cabes aquí. 

Y es que tú cabes. Más nadie.