I will sink down.
Opus 49
Deja Vu.
Mis letras no te sirven porque de repente te volviste ciega, no escuchas mi voz porque estás sorda. Los pensamientos que abundan en tu mente no dejan que abras los ojos, o escuches con claridad que a pesar de las circunstancias y las tragedias constantes sigo aquí, con mis manos empuñadas.
Deja Vu.
Estoy sentada en una banca nuevamente, atenta escuchando tus palabras, tratando de organizar el caos que llevas a mi abrazo, y el beso que aún me das. Estoy sentada pensando en los árboles, en sus raíces, en cómo llegaron y cómo decidieron quedarse allí, crecer y morir, mientras balbuceas cómo te sientes ramificar en dos seres, y en cómo eres incapaz de arrancar la tierra y emerger hacia otro sitio, el sitio donde quisieras quedarte. El sitio que llamas casa, el sitio que susurrabas con ilusión cuando la dibujaba en tu mente. Tu casa, nuestro hogar. Hogar roto. Tus zapatos ya no andan por aquí, pero sí lo demás. ¿Qué pensabas?
Deja Vu.
Estoy sentada pensando en ti, preocupada por tus sentires y los míos, con la zozobra de arreglar el desorden y volver a enterrar las raíces en casa. Me faltan fuerzas para hacer eso, y no creo que pueda hacerlo sola. No quiero hacerlo sola. No quiero la mitad de tus raíces, ni un poco de tu lluvia, ni tu abrazo ni tu beso intermitente, ni tu cuerpo aquí, y tu mente divagando. No quiero ser tuya sin que tú seas mía, ni quiero tu dulce voz en la mitad de la noche, o el café que religiosamente me das en las mañanas, cuando veo en tus ojos más que dolor por no saber si quedarte o dejarme ir. Quédate conmigo o déjame ir, pero haz algo.
Yo veré la manera de hundirme en tu tierra
Yo veré la manera de usar mis hojas como pala
y esperar la lluvia
y ayudarte a humedecer tus raíces muertas
para que me hunda
unirlas a las mías
me ahogue
mojarnos nuevamente
y me deje lavarte.
y volver a crecer.
Deja Vu.
Felices 3 años y medio.