Si tuviera más tiempo, podría escribir todo de una sola vez y no por partes, podría, incluso, no frenar mis dedos con lágrimas y miedo, podría hacer tantas cosas, por ejemplo: lo imposible. Ahora, no sé si el tiempo es para mi o para el mundo
¿Para qué?
Ojalá pudiera controlar el tiempo y así no pedir más -tiempo- para estupideces.
¿Tiempo de qué?
De perderlo, de jugar con él, de cantarlo, llorarlo y si es preciso, de matarlo porque sí, porque no, por miedo a usarlo de manera correcta.
¿Tiempo de qué?
Descender a lo más profundo de mi, arreglar el desorden, sacar la basura, organizar meticulosamente, cansarme, no querer hacerlo... volver a empezar. Mucho tiempo y aún todo revuelto, todo sucio y nada de mí. Nunca, ni en mil años
¿Tiempo para qué?
Para adornar dolores con letras bonitas, confundir a las personas y hacerles creer que estoy bien, para revivir mis rizos que mueren súbitamente cada noche, para mirarme al espejo... y sonreír ante la ironía porque aún no empieza la tortura.
¿Tiempo para qué?
Para enamorarme de los soles que se asoman, de las tormentas, de los pájaros y recordar lo hermosa que es la vida, para volver a casa y... se me acabó el amor, se fue, así no más, hasta el nuevo amanecer. En fin.
¿Tiempo para qué?
Para seguir mintiéndome a mí misma como una transeúnte cualquiera, sonriente, viva, con el sol detrás de mí y morir dentro. Así, con las fuerzas sobrehumanas, las que aún no me alcanzan para sobrevivir el día a día de estas últimas épocas.
Tiempo para todo y para nada. Tiempo para enamorarte de los soles que prometí dibujarte. Tiempo para desenamorare de los soles con el ocaso.